domingo, 29 de abril de 2012

EL Impostor llega a Uruguay

CARLOS REYES
Entre el viernes y el domingo próximos se presenta en El Galpón en gran cómico e imitador argentino Martín Bossi, con "El impostor apasionado". En conversación con "El País", el artista dio detalles de estas actuaciones y de su carrera toda.
El notable actor, que se hizo famoso con su desopilante imitación de la presidenta Cristina Fernández, define su show como una comedia musical de original formato. "Somos 25 en escena, entre músicos, actores y bailarines, además de maquilladores y vestuaristas, que van también en vivo. El espectáculo mezcla humor, comedia, stand up e imitaciones, para contar la historia de un actor que decide sacarse las máscaras, pasar del parecer al ser. Un poco lo que me está pasando a mí, que a los 37 años me seduce muchísimo ir sacándome las máscaras para hacerme cargo de la actuación, y empezar a opinar desde mi punto de vista", afirma Bossi.
El artista arrancó en televisión hacia 2002, y cobró enorme notoriedad en sus seis años trabajando junto a Tinelli, donde tuvo su pico de popularidad con sus cómicas y precisas imitaciones de la presidenta argentina. Luego, a medida que el programa de Tinelli se iba convirtiendo en un concurso con mediáticos en problemas, Bossi aprovechó la fama para buscar mostrar su juego propio.
"Aprendí mucho junto a Tinelli, y también haciendo revista con Moria y Artaza. Pero me decidí a tener mi propia empresa, hacer la mía, no depender más. Tuve una popularidad desmedida, fue un golpe, como el cantante que mete un hit. Ahora que ya me conocen, viene lo mío", explica.
"Además, la tele cambió mucho en los últimos tiempos, como el mundo. Hoy la televisión no es un lugar para que se desarrollen los actores. Es un lugar donde hay talk shows, concursos de baile para amateurs y profesionales, un lugar donde se le da a la gente la posibilidad de mostrarse, donde hay gente que habla de la gente, que cuenta su vida privada, el morbo, la pelea. Hoy paga eso, y no lo inventó Marcelo, pero él apuesta a lo que rinde", agrega el cómico, quien con su versión anterior de este show, M, el impostor, vendió 280 mil entradas.
Bossi fue profesor de tenis siendo muy joven, luego fue a la facultad a estudiar comunicación, y un día se metió en una escuela de teatro, donde estudió cinco años. Además de canto, estudió danza, pese a que su padre, según cuenta, decía que "la actuación es para los hippies y los `endrogados`". Su pasión por la imitación, sin embargo, venía de mucho antes, cuando siendo un chico se iba a dormir con los `walkman` con grabaciones de Ricky Martin, Sandro o Raphael en vivo. "Me imaginaba como que era uno, luego el otro, y todo así. Así que todo esto yo lo soñé muchísimo".
Sobre la técnica, señala entusiasmado: "Como la mimesis, es decir, la imitación, es una rama de la actuación, yo utilizo los mismos elementos del teatro. En lo superficial, te muestro cómo habla y cómo se mueve el modelo a imitar. Y después, mi alma y mi opinión están atrás de todo. O sea que es sacarles la voz, el cuerpo, unirlos, y ponerle tu alma. En el caso de Cristina, estuve cinco meses laburando el personaje. No me salía, no me salía, hasta que salió. Y eso que yo mido un metro ochenta, y soy más flaco que ella, o sea que estaba muy lejos físicamente. Y tengo que reconocer que nunca tuve presiones por imitar a la presidenta".
"Para mí, hacer de Chayanne es hablar desde la inocencia, y desde ahí opino lo que es la inocencia para mí. Calamaro es el cuelgue, y Charly el dios del rock: y así, cada imitación me permite opinar desde un lugar".
El impostor apasionado va en El Galpón (18 de Julio 1618, tel. 2408 3366), el viernes 4 y sábado 5 a las 21:00 horas, y el domingo 6 a las 19:00 horas. Las entradas están en Red UTS y en la sala y valen $ 840, $ 1.040 y $ 1.240.

Cómo llenar la heladera

"El primer día que estuve en una escuela de teatro me enseñaron eso de `ser o no ser`, de Shakespeare. En ese momento no entendí lo que quería decir: solo usaba esa frase para levantar minas. Recién la entendí hace muy poco".
Otra cosa que me enseñaron en la escuela de teatro fue eso de convertir lo cotidiano en extraordinario. Y eso lo aplico diariamente. Cuando voy a jugar a la pelota, ya cuando me pongo las medias me siento Francescoli. Y si salgo con una piba, para mí soy Sandro: vivo todo muy intenso".
La tercera cosa que me enseñaron fue lo de llenar la heladera con tu vocación. Y eso por suerte, lo he logrado hacer.
Como buen tano, mi padre quería que yo me comprara una casa, y luego de 17 años de trabajo pude comprármela. Ese apartamento que tengo lo compré con dinero ganado tirando pelotas de tenis, vendiendo perfumes, y también hay allí muchos Chayanne, muchos Fito Páez, y muchas Cristina".
"Vivo una vida normal, me gusta el club, los amigos, el fútbol. Lo único que sale un poco del molde es que tengo vocación por la actuación, que me sale de las entrañas. Pero vos decís que actuás, y la gente se imagina que sos de la noche, que andás por los teatros con los ojos pintados, con un gato, un perro y un travesti, hablando de Neruda. Y no, tengo una vida de un pibe de clase media, del asado, los partidos el domingo. Me gusta tomar mate en una plaza y encarar minas en la calle. Vivo como soy yo".

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