sábado, 11 de mayo de 2013

Martin Bossi sera distinguido por la onu

Exclusivo / Martin Bossi será distinguido por la ONU

El artista fue elegido como imagen de campaña de 'El Valiente no es Violento', organizada por el Secretariado General de la ONU y ONU Mujeres en Latinoamérica.

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La campaña es masiva para Latinoamérica y se inaugurará oficialmente el próximo domingo 12 de mayo a las 19 Horas en el Stand del Salón de las Naciones Unidas en la Feria del Libro, con todas las autoridades del organismo.
Martín Bossi va a estar presente en el lanzamiento antes de la función en el teatro Astral y además va a grabar un spot, mañana viernes a las 20 Horas en el teatro donde protagoniza el gran éxito teatral.
En retribución por aceptar ser la cara de la campaña recibirá un premio Mención de Honor Oficial por su gran aporte por los derechos de la Mujer.
La campana se lanzará oficialmente este domingo 12 de mayo. En el spot que grabará mañana en el escenario del teatro Astral donde bate records de recaudaciones desde septiembre del año pasado.

viernes, 18 de enero de 2013

Me disfrazo de Clamaro y al final termino siendo yo

TEATRO › ENTREVISTA AL ACTOR MARTIN BOSSI, EL HOMBRE DE LAS MIL CARAS

“Me disfrazo de Calamaro y al final termino siendo yo”

Su espectáculo El impostor apasionado es un reestreno que llega a Buenos Aires con algunas novedades. Bossi quiere romper con ciertas convenciones. “Lo más importante para mí es empezar a dar una opinión de lo que es la vida, sin el límite de hacer una voz o un cuerpo”, dice.
 Por María Daniela Yaccar

“Así como no hay tanta creatividad en el arte, no hay creatividad en los que preguntan”, provoca Martín Bossi en el camarín del Teatro Astral, donde está presentando El impostor apasionado (de jueves a domingos en Avenida Corrientes 1639). Algo de razón tiene. En todos los reportajes cuenta lo mismo: las presiones de su padre para que no se convirtiera en un hippie y fuera un tenista consagrado, el encuentro con Sandro, de quien heredó algún traje, sus primeros pasos en shows por los que cobraba cincuenta pesos que dividía con su amigo y productor, Diego Djeredjian. “Siempre me preguntan cuál es el personaje que más me cuesta o si Cristina me llamó después de imitarla”, vuelve a provocar el actor-imitador, como pidiendo un esfuerzo extra en el cuestionario de Página/12.
Bossi, de jean y camisa apretados y con un rosario al cuello, canta. Lo hace antes de las fotos, en el baño, en cualquier pequeña pausa. En la puerta, antes de llegar al teatro, lo para una familia, una mujer lo saluda, le pide una foto. Es amable, simpaticón. Juega con su espíritu de tipo de barrio. Nació en Lomas de Zamora, ahora vive en Villa Urquiza. Siempre soñó con aparecer en la televisión. Multitudes han visto a este hombre de las mil caras que tanto esfuerzo hizo por darle cierta seriedad a la improvisación. Siempre repite: “No soy imitador, soy un actor que imita”. El impostor apasionado es un reestreno que llega a Buenos Aires con algunas novedades. Es la segunda parte de una saga que comenzó con M, el impostor, musical que data de 2010, y que fue visto por 210 mil espectadores. La dirección está a cargo de Emilio Tamer, Evelyn Bendjeskov y Manuel Wirtz, quien en el escenario encarna a un maestro de teatro que sigue los pasos de Bossi.
Acompañado por diez músicos y seis bailarinas, durante más de dos horas, el impostor se convierte en Andrés Calamaro, Charly García, Cacho Castaña, Joaquín Sabina, Fito Páez y Sandro, y en algunos personajes de la bendita TV, sobre la que tiene una mirada crítica. “Mis improvisaciones son una excusa”, explica el frontman, el más reconocido en el arte de copiar gestos y movimientos ajenos. Son una excusa para comunicar algo, da a entender. En los monólogos que hacen sus personajes, aparecen diferentes temas: la homosexualidad, la prostitución, la religión, los sueños. “El respeto es el límite del humor”, sostiene el actor, cuando se le consulta por el segmento que aborda el tema de la prostitución, justo cuando en el país se debate la trata de personas. Por otra parte, Bossi niega que su espectáculo contenga humor político, aún cuando Wirtz hace un monólogo sobre la “sensación de inseguridad”. “No soy un ser que se fije en la política”, desliza. “No creo en ningún político a nivel mundial”, concluye. Sin embargo, luego de manifestar ese pensamiento –tan propio de la década del noventa–, Bossi puede decir que le gustan el Che Guevara y Evita o que ama los libros de Gabriel García Márquez.
–Usted estudió Comunicación en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. ¿Cómo la pasó en ese entonces?
–¡Era un caradura! Iba a la facultad a levantar minas. Metí las materias más fáciles para impresionar. Conocí a Lévi-Strauss, distintas definiciones de “cultura”, como una que decía que era “el arte del saber, las costumbres, la fe, tanto en la paz como en la guerra” (lo dice con la mano en la cabeza y la mirada hacia abajo, como haciendo memoria). No sé qué griego la relacionaba con las actividades de cultivar, con la palabra “colere”. Tengo una memoria importante. Hice tres años, pero metí nada más que seis materias. Como había dejado de jugar al tenis y quería estudiar teatro, mi papá me dijo: “Ya que te gusta la tele, andá a estudiar periodismo deportivo”. Y me mandaron ahí. No era lo que quería.
–Cuando piensa sus espectáculos, ¿tiene presente una idea de comunicación?
–Muchos periodistas arrancan preguntándome cuántos personajes hago. Y un espectáculo no parte de ahí, sino de una idea. Las imitaciones son una excusa, pero hay que ir bastante profundo para entender eso. Este espectáculo habla de sacarse las máscaras, que es un ejercicio que todos tenemos que hacer. En mi caso, tiene que ver con entender que me pueden amar sin máscaras. Por eso termino no imitando a Sandro sino tratando de ser él por un rato.
–Hay otro segmento en el que se quita la máscara, cuando imita a personajes de la televisión: Pachano, Iúdica, Polino...
–Ahí hay un metamensaje: trato de mostrar lo que hace la tele con la gente, los egos. Son lindos personajes, pero la tele ha hecho su trabajo sobre ellos. Después hablamos de pequeñas cosas, como la muerte del bagayo, de cómo la tecnología mató al pirata, del consumo de “arjoína”, de Dios y de la religión, por medio de Charly, y de las distintas opciones sexuales, a través de Ricky Martin. Pero el mensaje de todo esto es: “este pibe se está escondiendo tras estas cosas para no ser él”. Todos nos escondemos y actuamos todo el tiempo. Uno no puede no tapar cosas. Usted está ahora actuando de periodista. Si la invito a salir y vamos a un bar, no estaría sentada en esa postura y habría otro trato. Cumplo varios roles. (Hace como que habla por teléfono) “Hola mami, ¿cómo estás? Dame con mi hermana”. A Ermindo, el portero, le digo: “¿Cómo anda? ¿Todo bien? Me arregla esto por favor, grande Ermindo, perdió Paraguay”. No puedo tratar al portero como a mi mamá. Yo me excedía. Y me disfracé para decir la verdad. O sea, mentí para decir la verdad, que es la que digo en mis espectáculos. Me disfrazo de Calamaro y al final termino siendo yo: esa es la trama. Es como decir: “el Cuco está acá”. Me apoyo en la frase de Shakespeare: “Ser o no ser, ésa es la cuestión”.
–También, cuando se quita la máscara, demuestra que esa herramienta no es necesaria para la imitación.
–La actuación es observación más opinión y acción. Soy un pibe curioso, siempre vi más allá. Igual, eso te lo enseñan en las escuelas de teatro. No hay ningún secreto milenario.
–El personaje de Wirtz habla mucho de la diferencia entre parecer y ser. ¿Usted le está advirtiendo al público que tiene pensado quitarse las máscaras para probarse en otros lugares?
–Sí, y también es una advertencia a todos. Porque todos tenemos un parecer y un ser. Con respecto a mí, sí, empezar a ser y dejar de parecer es mi camino. No reniego de esto, pero la actuación tiene 500 ramas. Si vas a una mesa dulce, ¿por qué vas a agarrar sólo panqueques? También es hacerme cargo de que estoy creciendo: “dale Martincito, dejá de jugar con los muñequitos, ponete los pantalones”. Lo más importante para mí es empezar a dar una opinión de lo que es la vida, sin el límite de hacer una voz o un cuerpo. Opinar absolutamente de cero es otra historia. Quiero que el escenario me tiña las canas, como dice Sabina, morir de viejito, seguir actuando. Me gustaría ir adonde me lleve mi crecimiento. Me gustaría hacer cine y llevar mi forma de pensar a otras culturas, ir a Europa, a Nueva York, actuar con Almodóvar. Soy muy voraz.
–¿Qué conclusiones sacó de su experiencia en la televisión? Recién habló de un aspecto negativo, de los egos.
–No estoy en la tele con contrato formal desde 2009, cuando me saqué la máscara de Cristina. El secreto de que el teatro esté lleno es no estar en tele. Si la gente te puede ver desde el living de su casa no va a tomar un colectivo para verte. Y yo quiero que me vengan a visitar. La televisión es buena, el problema es la gente. Es divina porque llega a un montón de lugares y me enseñó mucho. Me mostró las miserias, porque en la televisión se trabaja con el ego, que es el peor enemigo. Es el parecer y el tener, o el parecer que tengo. Del ser en la tele, olvidate: no encontrás nada. La elijo para seguir comunicando que existo. Si hubiese una buena propuesta volvería. Pero por el momento estoy preparando dos personajes para películas y tuve una propuesta de Broadway para una comedia musical que se va a hacer con cinco caracterizadores de Latinoamérica, sobre la historia de la música. Es un sueño muy grande.
–Sigue llenando teatros. ¿Por qué cree que al público le divierten las imitaciones que hace?
–Descubrí que a la gente le gusta más cuando no estoy con personajes. Este año hice una nota con Fantino, que fue lo más comentado de todo lo que hice en los últimos tres años. Me han llamado para películas por esa nota. No cuento nada porque son proyectos. Ahí hay una punta: la gente quiere otra cosa. Tengo que estar atento. Claro que igual es un resultado de este “préstenme atención, miren lo que hago”, que es la imitación. Me quedan cuarenta años para expresar lo que necesito y siento. Espero tener un resultado más profundo en la gente. Todavía veo que me comparan con un curandero, en lugar de creer que soy un buen médico. Pero la profundidad siempre gana y estoy yendo a lo profundo. Sin ser soberbio lo digo, porque es todo a base de estudio lo que hago. Para llegar a este punto como actor tuve que pasar por la mímesis, ése era mi camino. Jim Carrey empezó en bodegones haciendo stand up e imitaciones. Eddie Murphy también. Robert Downey Jr ganó un Oscar haciendo de Chaplin. Hay una actriz que hizo de la Piaf: eso es mímesis con actuación. Y sin embargo, la mímesis está tan bastardeada...
–En este espectáculo toca temas sensibles a nivel social, como la homosexualidad o la prostitución. ¿Hay límites para hacer humor?
–El respeto. Si uno es respetuoso puede ir a cualquier lado.
–¿No le da temor que alguien se sienta afectado por sus chistes? Justamente hace humor sobre la prostitución cuando se está debatiendo el problema de la trata de personas.
–Si hago a Sabina, ¿cómo no voy a pedir un aplauso para las putas? Estoy hablando de la buena puta. Esa profesión existe históricamente y en Buenos Aires es hasta poética. El alcohol, las putas, el fútbol, la Bombonera, el dulce de leche... es parte de nuestro folklore, ¿vamos a hacernos los boludos? En la obra hablamos bien de las putas. Son mujeres que trabajan con su cuerpo y les tengo un gran respeto. Son mujeres que han alegrado las noches de más de uno, y sobre ellas se han escrito tangos y películas.
–Entonces, no le preocupa el contexto histórico en el que hace un chiste.
–No, por favor... eso surgió (el debate por la trata) después de que armé el espectáculo. No puedo decir: “uy, se armó kilombo, saquemos lo de las putas”. O “uy, un homosexual mató a un chico, saquemos lo de los homosexuales”. Lo de la homosexualidad está incluso como reivindicación. Hago a Ricky Martin y toco ese punto, pero no de forma chabacana. Y hablo de ser o no ser. Reivindico la libertad sexual, por eso reivindico a las putas también. Son opciones. Uno tiene el control remoto de su cuerpo.
–Pero no está de más pensar si esas mujeres que son prostitutas lo están eligiendo realmente.
–No sé, yo tengo la filosofía “sabinesca”. He sido amigo de una puta y me ha dado los mejores consejos. No hay mejores consejos que los que pueda dar una mujer que ha caminado la calle y que ha sufrido de esa manera. Sé que no se eligió. No le diría a mi hija “tenés que ser puta”. Pero la aceptaría si fuera lesbiana y puta. Lucharía para que no tome drogas, no mate y no falte el respeto.
–En una función un hombre del público insultó indirectamente a la Presidenta. Usted dijo “en estas elecciones votemos a las putas” y él gritó “como la última vez”. ¿Qué le ocurre cuando el público interviene? ¿Qué se debe hacer en un caso así?
–Nada, hacerlo notar. Tomarlo como parte de la obra. Es una opinión. He estado actuando, me han gritado algo y lo he tomado, por más que me griten la peor de las ofensas. En los talleres de clown te enseñan eso: hay que agarrarse de todo. Yo le contesté: “vamos rápido, igual yo no lo dije”. Hice un juego.
–Usted evitó dar una opinión suya.
–Nunca marco. No tengo por qué opinar de política, no lo necesito. No creo en los políticos. Lo bueno es que no creo en nadie. Del ’83 hasta hoy nadie me dio nada.
–¿Por eso creyó que no era oportuno defender a la Presidenta de ese ataque?
–Cristina me parece una mujer inteligente, igual que Alfonsín. Pero no me representan los políticos, no admiro la política, me resulta hasta cómica, a nivel mundial. El día que venga una persona que me seduzca políticamente voy a sumarme. Con Macri me sentaría a tomar un café, con Cristina también. Me sentaría de diferentes maneras. Hasta me hubiese gustado sentar con Galtieri, por lo menos para putearlo y decirle “hijo de una gran puta, sos de lo peor”. Me hubiera gustado tenerlo en frente, como a todos los deportistas. No hago asco a nada. No me representó nadie. De hecho, hice de Cristina en la tele y no di una opinión.
–Pero usted siempre dice que actuar es opinar.
–Obvio que opino. Pero como no los admiro, no hago humor político. Hice a una Presidenta mujer, coqueta, apasionada, con autoridad. Tenés que tener huevos para ser mujer y Presidenta, eso se lo reconozco. Me encantó también hacer a Macri. Es muy divertido hacerlo, es un político hincha de Boca, con ojos verdes, de dinero, que ama el sushi, el polo, que canta... Los personajes que me llaman la atención son Evita y el Che Guevara. Son próceres, como San Martín. Son tipos que han hecho, hay un respeto. Cuando entienda mejor y sea más grande hasta puede haber una admiración.
–Si no es por la política, ¿cómo se resuelven los problemas cotidianos de la vida de la gente?
–Un político puede cambiar la historia de forma nefasta, como lo hizo Hitler o lo hicieron acá los militares. También hay políticos que han hecho cosas buenas. No obstante, creo en el arte por sobre la política, porque es más honesto y también ha cambiado cabezas.

lunes, 14 de enero de 2013

Conrad! Punta del Este 2023 21 y 22 de Enero El Impostor Apasionado


Martin bossi en Animales sueltos


Martin Bossi "Mi Laburo no te invita , te olbliga a estar solo"

Martín Bossi: “Mi laburo no te invita, te obliga a estar solo”

El protagonista de “El impostor...” dice que su trabajo lo aísla: “Se me hace difícil compartir la vida con alguien”. Cuenta que “el Bossi actor es fuerte, pero se apagan las luces y surge el tipo precario”.
Dice que con veinte días de vacaciones le alcanza, más de un mes ya lo preocuparía. Martín Bossi parece una suerte de rock-star, desborda confianza, seguridad, glamour y sex-appeal. Además de sentirse un ganador y autoproclamarse “el primer metrosexual”, no vacila cuando dice que lo que él hace “no existe en ningún lado”. Esto es un tipo que cante, baile, encarne diversos personajes, se maquille en vivo y que a la vez cuente cosas de su vida privada… Se verá, está en discusión, pero para él no hay duda. “Pese a las funciones exhaustivas, estoy realizado con lo que hago y me preocuparía si tuviera dos o tres meses de vacaciones, en lugar de los quince o veinte días que me tomo”, dice el protagonista de “El impostor apasionado”, boom de taquilla que acaba de reponerse en el teatro Astral.

¿Te pesa contar con mucho tiempo libre? ¿Sos de los que no saben bien qué hacer?
_Me gusta laburar, no soy de tomarme grandes períodos de vacaciones, pero siento que es necesario saber parar a tiempo, descansar, refrescarse y renovarse. En mi laburo, la observación es muy importante para crear, para pensar y decir cosas nuevas. Si no vivís fuera del escenario, no tenés nada que contar y yo me gano la guita contando cosas que veo.

Estás en la cresta de la ola, pero ¿sabrás que el éxito es perecedero?
_Lo aprendí, gracias por recordarlo. Esto no va a durar siempre. Hace cuatro años que el teatro me da de morfar, pero el declive siempre está ahí, a la vuelta de la esquina. Y para cuando venga, sabré retirarme a tiempo.

¿Te considerás una persona suficiente o sentís que tenés que estar bien rodeado?
_Yo me las arreglo, pero tengo que ser muy profesional. Necesito gente al lado que me asista, que me cuide, como un nutricionista por ejemplo, o un psicólogo conectado con el director del espectáculo… Porque las emociones, a veces, hay que tratarlas como un músculo. Por el tipo de show que hago, termino siendo como un atleta que cambia de géneros, de estados, de ánimos.

¿Cómo es el tema de las emociones?
_Un tema denso, imaginate... Todas las noches que tengo función me abandona una mujer, hablo de la locura, ¿me seguís? ¿Cómo hago para salir indemne? Algunos dicen “pero si éste es un imitador que se pone una máscara, se caga de risa de todo el mundo y listo”. No es así… Y dormir me cuesta un huevo. Salgo del teatro, subo al auto y voy andando por ahí, solo, con música tranqui, bajita, mirando las calles vacías, la madrugada porteña, es como una especie de terapia. Hasta que bajo los decibeles, llego a casa medio regalado, tratando de irme a dormir. Las noches se hacen larguísimas… Trato de evitar el Valium porque al otro día estoy hecho un pelotudo.

Alguien que te lee o te escucha diría que el trabajo te abruma...
_Es un laburo que lo disfruto, pero a mí me afecta. Es muy solitario y por lo tanto, uno está solo. Esta actividad te acorrala, no te invita a estar solo, te obliga a estar solo, porque se hace muy difícil tener ganas de compartir. Igual, es un tema que estoy viendo en mi terapia, intentando modificarlo.

¿Te pesa ser un artista solista?
_Pesa. Este trabajo, lo que elegí yo, es una carrera solitaria. Y tenés el diario y duro enfrentamiento con el ego. Es tremendo. Ojalá pudiera decir que me chupa un huevo, pero no puedo. Yo soy el dueño de la pizzería, si sale quemada la culpa es mía y si la gente no viene, es porque no me viene a ver a mí. Hay que estar preparado para lo bueno y para lo malo. Yo trato de no creérmela ni cuando el teatro revienta ni cuando está por la mitad. Intento hacer el mejor laburo posible, después la gente decide.

¿Sos un tipo ambicioso?
_Sí, pero en el buen sentido, no en el económico. No busco la 4x4, la modelo de turno, el perro y el chalecito con el mar de fondo. Esa postal a mí no me va. Lo mío es una necesidad cultural, sociológica, de llevar mi manera de pensar a todas las culturas. Quiero que el escenario me tiña las canas, soy muy voraz con la actuación. Soy un animal de la actuación, no digo que soy un fenómeno, sino que soy un bicho raro que vive para expresarse.

¿Cuánta diferencia hay entre el Bossi actor y el de a pie?
_El agua y el aceite. Arriba del escenario me siento el tipo más fuerte, pero cuando se apagan las luces, soy el más precario. Es un tema que también vengo trabajando en mi análisis. Necesito que esos dos tipos se ayuden, se unan y que el más fuerte, el que está allá en el escenario abrace a éste de acá, que está buscando ser un poco más feliz. Los dos Bossi que existen crecieron de manera muy dispar, por eso ahora quiero retroalimentarlos.

martes, 8 de enero de 2013

Martin Bossi volvio a Jugar al tenis

Martin Bossi desde que el pasado domingo 2 de diciembre bajó de cartel con un promedio de 800 espectadores su "Martin Bossi...el impostor apasionado" en Buenos Aires, empezó a ensayar las coreografías y los nuevos personajes que presentará en el show humorístico musical 2013 del el impostor apasionado, que tendrá más humor y bailes a partir de este viernes 4 de enero a las 22 horas en el Teatro Astral donde arrasó y con este nuevo y novedoso show humorístico musical superó entre enero y diciembre de 2012 en la Argentina, Uruguay y Chile nada más y nada menos que los casi 150.000 espectadores.
Pero en la última semana de diciembre Martín Bossi dejó de ensayar lo nuevo que presentará en el Astral y decidió tomarse un merecido descanso de sólo una semana para despejarse y encarar su nuevo año 2013.
En su corto viaje estuvo dos días en Nueva York, donde vio el musical que le ofrecieron protagonizar en el 2014 y que aún es una sorpresa, a la vez que se tomó dos días de vacaciones en Miami, para luego pasar por Santiago de Chile y ver a su amigo, Horacio de la Peña, un gran jugador del tenis argentino de los 80, reconocido como uno de los mejores coachs del mundo, radicado actualmente en Chile, país para el que consuiguió ganar la primera y única medalla de oro como capitán del equipo olimpíco de tenis en 2004 conformado por Nicolás Massu y Fernando González.
Martin Bossi, que llegó a estar entre los 10 mejores del tenis argentino en la categoría juveniles en la década del 90, entrenó durante una semana en forma intensiva con Horacio de la Peña, para distenderse y por otro lado llegar en buena forma física para asumir los compromisos laborales que le esperan en 2013.
Desde ayer martes 1 de enero a las 14 horas, Martín Bossi volvió al Astral para terminar durante ocho horas diarias de ensayos de darle forma a "Martin Bossi...el impostor apasionado 2013" que se presentará por sólo 60 únicas funciones antes de su gira internacional y que se presentará exclusivamente de jueves a domingos hasta fines del mes de marzo.

Entre el 2010 y el 2011, 207.224 personas lo aplaudieron en "M...el impostor"; en el 2012 con el estreno de "Martin Bossi...el impostor apasionado", lo aplaudieron 146.178 espectadores cautivando al público de Mar del Plata, Buenos Aires, Punta del Este, Montevideo y muchas ciudades y provincias de la Argentina.
La "Bossimanía" sigue este año y ya hay cola en la boletería del Astral para comprar entradas para estos únicos y últimos tres meses en Buenos Aires de "Martin Bossi...el impostor apasionado 2013".