jueves, 22 de marzo de 2012

Match Point Para Martin Bossi

El habitual silencio que reina en las tranquilas Torres del Golf, con una vista emblemática al puerto de Mar del Plata, es interrumpido por los gritos ahogados de cada golpe. En la cancha de tenis del complejo, un jugador pelea por cada tanto como supo hacerlo en los mejores campeonatos de los '90. Martín Bossi (37) disfruta de sus últimos días en la ciudad. "Logré vencer a mis rivales", bromea con el orgullo de haber ganado su segundo Estrella de Mar, en Semana Santa se despedirá de la Sala Astor Piazzolla, del teatro Auditorium, con su espectáculo "Martín Bossi, el impostor apasionado", para comenzar su gira por Córdoba, Rosario y otras tantas plazas del interior del país, y terminar en Montevideo y Chile, con la increíble posibilidad de aggiornar su show para llevarlo incluso hasta España y México.

En la cancha corre y se mueve "como pez en el agua". Con la firmeza y seguridad de la experiencia, devuelve cada pelota que le envía su amigo, manager y representante, Diego Djeredjian.

"Juego tenis desde los 12 años. Mi papá, Jorge Bossi, me puso una raqueta en la mano para sacarme del potrero. Porque yo era un nene molesto y con muchas inquietudes. También jugué al fútbol, pero no a nivel profesional. En el tenis, en cambio, llegué a estar ranqueado octavo en el Metropolitano... El sueño de mi viejo, que falleció cuando yo tenía 19 años, era verme como un nuevo Guillermo Vilas", recuerda Martín con cierta nostalgia.

Sin embargo, su propio sueño pudo más y cambió el polvo de ladrillo de las canchas por las tablas del escenario. A los 23 años comenzó a actuar, y ya no paró más. Aunque continúa entrenando casi como un profesional y cuando el tiempo se lo permite, se anima a enfrentarse con grandes como Andrea Agassi u Horacio Zeballos, en torneos benéficos. "Más allá del tenis, me gusta tener el físico bien preparado. También lo hago por mi profesión. Sobre el escenario tengo un gran trabajo con el cuerpo y debo estar al día. Por eso, además, tomo clases de canto y baile. Y todos los días, después de desayunar, aquí en Mar del Plata salgo a trotar por la costa. Tengo un cuerpo chico y hago un trabajo, con mi entrenador, Hernán, para ejercitar los brazos, la fuerza y un poco de aceleración. También hago una serie de abdominales para mantener la panza chata. En lo que respecta a alimentación, me cuido pero poco. Tengo la suerte de no fumar ni beber alcohol", cuenta Martín y los músculos distribuidos en su metro ochenta y tres, muestran el resultado.

Muy concentrado en lo que considera su mejor megaespectáculo y en una carrera que también lo llevó a trabajar en dos películas y hasta audicionar para una obra en Broadway, hoy Martín asegura estar cumpliendo su propio sueño y reconoce que aunque su padre quería que fuera tenista y su madre, Nélida, que fuese médico, hoy toda la familia está muy orgullosa de su "hijo pródigo", a quien aún sólo le queda una deuda, la del amor. "Soy muy nostálgico. Todavía conservo los códigos del pibe de barrio. También soy un gran soñador.

Pero con el amor, siempre tuve problemas y es como mi materia pendiente", concluye Martín Bossi, el impostor apasionado.
De día, en la cancha, con su equipo profesional se muestra como un gran deportista. Por la noche, sobre el escenario, se transforma en "Martín Bossi, el impostor apasionado", que próximamente recorrerá gran parte del país, con la posibilidad de llegar a Madríd y Barcelona.
"El sueño de mi viejo, que falleció cuando yo tenía 19 años, era verme como un nuevo Guillermo Vilas."
A los 37, el actor entrena diariamente. Apenas se levanta, después de un desayuno frugal, sale a correr por la costa y luego realiza trabajo de brazos y fuerza. Cada tarde, en la cancha del complejo en el que vive en Mar del Plata, juega al tenis y luce sus 75 kilos en su 1,83 metro.

Disfrutando sus últimos días en Mar del Plata, el actor se relaja jugando al tenis, su otra pasión.
El gran sueño de su padre era verlo jugar con grandes como Vilas, por eso a los 12 años le regaló su primera raqueta. Hoy recuerda con nostalgia el deseo de su padre y disfruta de su exitoso presente en el teatro.

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